Aquel día cayó una densa lluvia
de alucinantes girasoles tibios.
Las flores del jardín se despertaron
estrenando radiantes sus pistilos.
Y bailaron su son de primavera
las orquídeas salvajes y los lirios.
Sacudieron su sed de musgo fresco
los jazmines fragantes sin martirios
Y hubo una enredadera audaz
que se abrazó a un árbol con sigilo.
Solamente una flor quedó serena
desde el fondo del alma, como un cirio
esperando un nuevo sol que disipara
las misteriosas brumas del delirio.
Miriam De La Vega
- MDLV -
© Todos los derechos reservados
Enero 13, 2012