domingo, 30 de enero de 2022

UN PROFESOR DIFERENTE (Relato)

 




El profesor que nos impartía Historia en la Universidad era implacable, nos trataba con mucho despotismo, en ocasiones cuando algún alumno respondía incorrectamente a una de sus preguntas, soltaba un discurso que se sentía como un latigazo. A menudo utilizaba una frase muy suya: “Usted solo está hablando futete y hojarasca. Si no dice algo que tenga sentido, le daré un suspenso”. Con esta actitud, dejaba en ridículo al estudiante en cuestión ante el resto de la clase. Por eso todos le temíamos mucho.

Durante el mes de enero de aquel año, el profesor nos había asignado preparar un seminario referente al siglo XV, podíamos referirnos a cualquier país y enfocarnos en el tema que eligiéramos, ya fuera la política, la religión o las artes. Pero lo que más difícil nos resultaba a todos era que el trabajo no se entregaría por escrito, debíamos exponerlo oralmente frente al grupo.  Todos teníamos mucho miedo, pero todos se arriesgaron y lo hicieron, sin embargo, yo era demasiado cobarde y no asistí a su clase durante toda la semana.

Cuando terminó el seminario, me incorporé al aula y cuando él me vio entrar, me dijo:

—Jovencita, hoy cuando termine la clase, necesito que se quede, debemos hablar.

Yo sentí que las fuerzas me abandonaban y casi me muero, pase todo el tiempo que duró la clase, pensando en lo que querría decirme el profesor.

Al final, cuando todos se fueron, me llamó y yo me acerqué a su escritorio al frente del salón, entonces dispuso dos sillas, una frente a la otra y me dijo:

—¿Por qué no expuso el seminario?

A lo que yo le contesté:

—Es que tengo miedo escénico.

—¿Ha traído el trabajo que preparó?

—Sí, profesor.

—Muy bien, pues siéntese y expóngalo frente a mí, la escucho.

A continuación, comencé a exponer la tesis que había preparado sobre la literatura del siglo XV y al terminar, para mi sorpresa, el profesor aplaudió con fuerza y me dijo:

—Ha hecho un trabajo excelente y francamente no entiendo por qué usted tiene tanto miedo escénico, por si no lo sabe, tiene grandes dotes de oradora, por favor, téngalo en cuenta para el futuro, nunca se inhiba de hacer estas cosas en público. Pero creo que tal vez mi actitud ha influido en ese temor, por eso quiero decirle algo, eso es parte de la enseñanza, muchos de ustedes al graduarse serán profesores o tendrán que hacer presentaciones públicas y tienen que aprender a no dejarse amedrentar por nadie, no importa cuán desagradable u ofensiva sea la actitud del auditorio, por eso mi trabajo no solo consiste en enseñarles Historia Universal, sino también en lograr que ustedes se sientan seguros y confiados de sus conocimientos.

Ese día comprendí cuál era el verdadero objetivo de aquella actitud tan agresiva del profesor, aquella conversación cambió para siempre la imagen que tenía de él y hasta el día de hoy le agradezco todo lo que me enseñó y guardo los mejores recuerdos de los años en que me impartió clases de Historia.


© Miriam De La Vega