No sé cómo llegaste, pero lo presentía,
que el tiempo de la espera debía terminar.
Llegaste cual las olas que, en una mar bravía,
alivia con sus aguas un sediento palmar.
Llegaste sin pedirlo, aunque no imaginaba,
que serías lejana cual sol crepuscular.
Lejanos besos fríos como no lo esperaba,
fugaz epifanía que me ha de castigar.
Tal vez es la distancia que entre tu amor y el mío
nos separa inclemente sin darnos un lugar.
Distancia de los años que pasan como un río
y dejan a su paso un profundo pesar.
Tu cariño es la joya, prenda de amor vacío
que pretende a lo lejos un amor sin amar;
como pretende el fuego a las aguas del río
y la sed de sus llamas nunca puede saciar.
Quizás en otro plano de enluta circunstancia
no importarán los años ni quererlos contar;
no pesarán motivos, ni tiempo ni distancia
y entonces, solo entonces, nos podremos amar.
Miguel Ángel Silva
29/12/2023
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