EL MEJOR REGALO DE NAVIDAD (Relato)

 


Eddy era un niño triste, retraído, demasiado apagado para su edad, nada atraía su atención, ni los amigos, ni los videojuegos, ni los deportes, ni los parques de diversiones, ni las películas. Su madre había intentado de todo para animarlo, incluso con juegos de mesa, dominó, monopolio, ajedrez, pero nada le interesaba, solo quería estar tranquilo, recluido en su habitación, a veces tomaba algún libro, pero apenas lograba concentrarse en la lectura.

Aparentemente, sufría de depresión, era lo que había escuchado que el psicólogo le había dicho a su madre en una ocasión. Su angustioso estado había comenzado dos años atrás, cuando apenas contaba siete años.  

Se acercaba la Navidad y su mamá le dijo que hiciera una carta enumerando sus deseos para enviársela a Santa Claus. Él le contestó de manera categórica.

—Solo tengo un deseo y no se lo voy a pedir a Santa Claus, sino a Papá Dios.

La madre quedó algo impactada con aquella respuesta, pero no insistió con lo de la carta, no quería abrumarlo, prefirió respetar su decisión, y que Santa decidiera qué regalos le traería a Eddy, aunque, a decir verdad, era muy difícil saber qué sería de su agrado.
La víspera de Navidad, Eddy le pidió a su madre que lo llevara a la iglesia, necesitaba hablar con Diosito, ella lo complació. Cuando llegaron, él le dijo que, por favor, lo dejara solo por unos minutos, quería tener una conversación privada con su padre celestial. Ella accedió, alejándose y se sentó a una distancia prudencial para que el niño pudiera sentirse más cómodo. De lejos lo vio elevando sus bracitos al cielo mientras musitaba algunas palabras, también pudo notar que sus ojos se llenaron de lágrimas. Pocos minutos después, vio que él lanzaba un beso a lo alto, y luego se levantó de su asiento y se acercó a ella.
—Ya terminé de hablar con Papá Dios, podemos irnos.  


Al día siguiente, su madre lo despertó y le dijo que Santa había dejado algo bajo el arbolito, él le contestó que iría en breve. Se levantó de la cama, se aseó, se vistió, y cuando se dirigía a la sala escuchó unas voces. Se quedó detrás de la pared de la cocina y desde allí pudo ver que su madre estaba cerca de la puerta, hablando con alguien, entonces descubrió que se trataba de su padre. Aguzó su oído y logró escuchar la conversación que se desarrollaba entre ellos.

—Cristina, estos dos años me han demostrado que fui un loco al abandonarte, la vida no es igual lejos de ti y de Eddy. Ahora te amo mucho más que antes, porque he aprendido a valorarte más. Estoy muy arrepentido de todos mis errores. En este día de Navidad he venido a pedirte que me perdones, y que me aceptes de nuevo en tu vida. Se miraron fijamente, y al cabo de unos breves segundos, ella le dijo:

—De acuerdo, Javier, te perdono, yo nunca dejé de amarte. Olvidaremos lo que pasó y comenzaremos de nuevo.

Entonces se envolvieron en un abrazo que parecía ser eterno y luego se besaron en los labios. En ese momento, Eddy salió de su escondite y, al escuchar sus pasos acercarse, sus padres se separaron, algo avergonzados al verse sorprendidos por su hijo en medio de un momento tan apasionado.

—Mira, Eddy, tu papá vino a verte. Vamos a ver qué te trajo Santa, abre los regalos.
El niño corrió hacia ellos, los abrazó a los dos y les dijo:

—Después veré los regalos que me trajo Santa, pero en esta Navidad he recibido el más importante de todos los regalos, el que le pedí a Papá Dios.   
 

Miriam De La Vega
Diciembre 16, 2023 
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